Sucedió hace demasiados siglos...
Sucedió en un lugar tan maravilloso como los que no se han visto aquí jamás...
...Sí, lo sentí intenso.
Corriamos de las bestias que nos perseguían, un documento que llevaba el sello del Reino oscuro debia ser entregado a nuestra señora a toda costa, la niebla nos atrapó en el bosque. En medio de una encarnizada batalla, dónde mi compañero luchaba con fiereza, yo protegía aquel documento y, a la vez, le ayudaba a terminar con tan repugnante enemigo.
La niebla era cada vez más espesa y no había alternativa; debíamos refugiarnos hasta que la noche nos diera su cobijo.
Pedimos ayuda a unos aldeanos que, muy asustados de ser descubiertos por el enemigo, nos dejaron estar en una habitación pequeña, donde guardaban el heno. El lugar estaba tibio y seco, asi que me dejé caer mirando el techo de aquel lugar mientras mi compañero vigilaba.
Le observé, preocupado y agotado, cerró bien la puerta y fue hasta dónde yo estaba; sonrió, el siempre lo hacía a pesar de todo. Se sentó junto a mí y fue que noté que había sido herido en su brazo izquierdo, era una herida profunda, pero que no necesitaría más de unas horas de descanso. No pude entender mi reacción, natural, insospechada, necesaria o extraña...pero mi corazón pareció doblarse al verle así, rompi parte de mi traje y bendé fuerte esa herida para que dejará de sangrar, mientras yo no cesaba que gritarle el por qué no se había cuidado más. Solo respondió con un - Está bien, no ha sido nada... le das más importancia de la debida - y molesta apreté fuerte y él se quejó riendo, fue cuando vi sus ojos...aquellos ojos y aquel momento que aún me persigue siglos despues.
Así nos quedamos, no se cuanto tiempo...no se cuantas horas....pero su cálida mano rozó la mía, mientras sus labios rozaron los míos. Era como el cauce del río, natural y siempre fuerte e intenso, caudal que no puede detenerse. Asi fue, no hubo nada que nos detuviera y cada delicado movimiento era acompañado por la más primaria pasión, quizás retenida, quizás obviada y olvidada por deberes más allá de nosotros mismos.
Cada parte de mi cuerpo, piernas, muslos, cintura, labios y caderas le fue reconociendo, le fue guardando en la memoria.
Así llegó la noche con sus estrellas, esas que tantas veces admiramos desde alguna colina o en el campamento de resguardo en algun sitio. Así llego ese momento tan amado por los dos, la oscuridad en su más espléndido momento.
Cuando abrió los ojos yo vigilaba por la puerta y sumergida en mis pensamientos, sentimientos de culpa y aquello que habia brotado en mi corazón como agua desde un manantial y no comprendia y aceptaba. Él trató de hablar, pero al verme no dijo nada.
Partimos inmediatamente a nuestro castillo, pero justo antes de llegar sobre el precipicio más alto de nuestro Reino, tomó mi mano y la besó largo rato y luego aún muy cerca de mi piel susurró - Te estás equivocando... luego de eso besó mis labios como si al hacerlo besará a los más sagrado en su vida.
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Tantas cosas sucedieron después de eso, tantas....y aún, aún busco el motivo que me lleve a la conclusión que se es verdadera, que aquello si fue una equivocación.
Kitshia Zahidrago