
Ella lavaba la Ropa, su rostro sonriente observa con total presicion si el enjuague había sido en indicado o deberia realizar dicha acción otra vez. La seguí observando hasta que abandonó el lugar, llena de curiosidad, metí las manos al agua para hacer lo que ella hacía; el agua estaba fría y muy lejos de lograr un rostro feliz me molestó este hecho el cual consederaba una pérdida de tiempo. Esto solo logró que mi curiosidad aumentara.
Conforme pasaba el día, la muchacha seguía en sus quehaceres, tendió la ropa, limpió la casa y barria en antejardín aunque esta vez, lo hacía musitando una melodía que parecía de su agrado. Una vez más cuando ella terminaba su labor, trataba yo de realizar lo mismo siendo en vano mi intento por lograr comprender por qué razón hallaba en su tan común trabajo tanta felicidad y aceptación.
Luego de esto fue hasta el amplio campo que estaba detrás de su hogar, dónde el sol implacable caía sobre la tierra y ayudó un tiempo a su esposo en la tarea de siembra.
Cansada, considerando que solo había hecho lo mínimo en mi afán de comprensión, esperé hasta que el día acabara y cuando la vi por primera vez sentada ordenando algunas cosas de su extraño canasto, avancé hasta ella y le pregunté:
- Señora, durante todo el día he tratado de comprender de donde proviene su felicidad. Cómo es posible que, casi siendo usted esclava de sus quehaceres diarios e hijos, comprobando que no ha tenido un solo momento de descanso sea usted tan feliz.
La mujer, que por un momento me observó sorprendida, respondió a mi pregunta con otra y me dijo:
- ¿Acaso no es usted feliz con su vida?
Ahora yo era la sorprendida. - sí, claro.- le contesté - pero aún no me responde.
- Mi señora - dijo con voz suave y cansada - Cada mujer y hombre, puede elegir como vivir. Yo he elegido vivir por mi familia y eso me hace feliz, estoy conforme con la vida que los Dioses me han dado y hasta ahora no me han dado razón para pensar lo contrario. Cuando veo a mi señor esposo feliz de verme luego de un arduo día de trabajo, a mis hijos abrazarme despues de volver de la escuela y hallar un hogar confortable, tengo mi recompensa.
Una vez más, me quedé sin palabras. Me pregunté si esta mujer, que me había recibido en su hogar aquel día de lluvia, cuando me hallaba cansada y fatigada sabria quién era yo o lo que significaba para los mios. En ese minuto hice caso omiso a mi natural comprensión de las cosas y molesta, le dije.
- Pero como es posible, eso es egoismo. Hay una guerra allá, lejos, muchos hombres y mujeres valientes mueren por mantener esta tierra libre de peligros, para que usted pueda disfrutar de sus días y canciones. No puedo entenderlo, simplemente lo creo terrible.
La mujer me observó un minuto, quizás no muy segura de que luego iba a decir. Suspiró y me dijo:
- Es usted una mujer jóven, yo he nacido y vivido en estas tierras. Mi esposo cultiva la tierra para la Familia Real y los caballeros, para nosotros y el pueblo. Él siempre díce que cada hombre tiene un papel que cumplir, yo ignoro que pasa, creo que si lo supiera moriria de pena y no se...entonces si eso pasara ¿quién sembraría la tierra? . Usted, mi señora, no debería preocuparse por mi y descansar mucho. Siempre he oído, cuando voy al pueblo, que tenemos nuestra paz porque hay quienes luchan por ello, imagino que a esas grandes personas les hace feliz su trabajo de protegernos.
Mi boca se cerró y me limité a sonreír en una mezcla de verguenza y asomo de disculpas. Me sorprendió saber cuan hermosa puede llegar a ser la ignorancia y que suerte tenía yo que existiera alguien como esa mujer, quién me dió cobijo para descansar y sembraba la tierra, contruibuyendo de una forma casi invisible en la guerra que mis caballeros libraban. Ambas, ella y yo, de una manera muy distinta y que solo los dioses pueden comprender luchabamos por la misma causa y dependia solo de nosotras como cumplíamos mejor con esa vida que nos había tocado.
Nunca olvidaré a esa mujer tan sabia como para comprender la lógica de su existencia y su importancia y a la vez tan ignorante de los males que asolaban su tierra.
¿Cómo podría? si ella fue quién me recordó cuan feliz me hace ser quién soy.
K de T