
Que tonta soy, no aprendo a pesar de los años, no comprendo y sostengo ideas, esperanzas y anhelos en la parte viva de mi corazón.
Debo entender que los deseos personales no son posibles, que aquello que los provocaba murió hace algunos años.
Debo aceptar su muerte...
Insisto en creer y sostener la utopía de su regreso, como la princesa que aún espera ser salvada de su prisión por su amado y valiente caballero. Que sueña con el esplendor de su Reino y el amor despertando con ella cada mañana.
Nada de eso es posible, la muerte me lo arrebató ya hace mucho
Pero en cuanto levanto la espada, enfrento mis palabras y desiciones a mis enemigos, nace la victoria, resurge la idea, vuelve la visión final del camino dónde somos libres y fuertes, y ¿por qué no? también felices...
Y esa no es la verdad, no estamos en casa, este mundo y su gente hace tiempo que aceptó a sus opresores y yo, tengo ideas pero no herramientas.
La muerte me sigue arrebatando cosas, con la maldita idea de volver a ese circulo que es mi prisión y aún asi me opongo firmemente a sus deseos. Solo consigo....(...)
No me dejo vencer, pero no aprendo que no existe mi derecho a la felicidad.
Un día, el templo de los cielos dictaminó mi destino al que yo me opongo firmemente y llega la desilusión al ver a los mios aún creyendo en sus dictamenes. Muchos de ellos siguen presos de ideas y recuerdos terribles de las cosas que no sucedieron y no son verdad.
Sin embargo no descansaré hasta enrostrar la verdad y regresarles a mi lado.
Y en medio de esos deseos mios, nacen tambien los propios de felicidad Y no aprendo, no tengo derecho a ser feliz. No debo ni puedo soñar con que regresará...
Te extraño tanto a pesar de eso...necesito tanto tu consejo, tu mirada. Tu risa y valor, tus ojos fieros ante el enemigo...
Aún mi alma te llama a gritos noche tras noche buscando puedas, si estas perdido, regresar...
Y no importa cuanto haga, cuanto venza, cuanta gloria y honor llegue a obtener en esta vida....nada hará que la muerte me regrese lo que me a quitado; el amor de mi alma.
Kitshia de Tharens

