miércoles, 29 de agosto de 2007

Espejismo.



En un día de agosto, en medio de la nada. En el largo camino que he comenzado hace ya tanto.

A lo lejos puedo ver las enormes puertas que me llevarán a ver el cielo otra vez. Lo extraño tanto, tanto...

En medio de este desierto dónde van los desterrados y viajeros sin tierra es cruel, te hace desear en lo más profundo no dejar que las cosas cambien. Te invita a soñar y descansar, el miserable señor de estas tierras susurra sutilmente a tu oido a través de la arena -sueña y olvida-

Es una voz tan sutil, tan engañadora y que a la vez causa el efecto de incrementar cualquier dolor que puedas cargar contigo en aquella travesía que es imposible resistir.


Y yo, que he caido en esas palabras me dije que la herida que cargo conmigo está sangrando demasiado (¡excusas!) y detengo mi paso.

Cerré los ojos por un momento y de pronto estaba ahi otra vez, el sol entrando suavemente por la ventana de mi habitación y la delicada brisa moviendo mis cabellos.

-¿Estoy en casa? - me pregunté y lentamente salí de aquella que habia sido mi habitación. Caminé por el largo pasillo y miré por la puerta de la habitación que era de mi madre; como siempre la habitación estaba intacta y en perfecto estado. Al llegar a la sala vi a una extraña ave escapar desdeperada desde la cocina siendo perseguida por una jóven mujer

- ¿tú? eres Shertis, cierto? - y se detuvo en su persecusión ante mis palabras.

- ¡Dama!, Veo que ha despertado ya...bueno, ¿me disculpa? se me escapa la cena y su señora madre junto a los invitados no estarán muy feliz si no está listo a tiempo.

-Sí, claro...pero ¿esto es un sueño? - le pregunté y ella, observandome con extraña devoción me respondió:

- No lo se, pero creo que hoy es festivo y usted aún esta un poco dormida-

Y la mujer continúo con su trabajo - ¿es esto posible? ¿he regresado al fin? -y avanzando hasta la biblioteca noté la presencia de alguien. El aroma a tabaco lo cubria todo y el sonido de una copa de vino me lleno de curiosidad por saber quién era. Me acerque hasta el viejo sillón negro que estaba de frente al ventanal dónde podia observarse un enorme árbol que desde niña fue mi favorito. Me perdí en esa imagen profunda, como si de alguna manera hubiese regresado a esa hermosa niñez pero la voz firme de un hombre me sacó de aquella sensación.

- Despierta al fin, señorita. Dudo que usted algún día pueda pertenecer a la Guardia del castillo con estas costumbres de dormir hasta que el sol divide al cielo -

- No es posible... - dije, dando pasos hacia atrás -¿que es esto?¿Es real, estoy en casa? - repetí, observando la habitación favorita de mi madre con sus libros y buen vino. Aquel lugar lleno de conocimiento antiguo traido por mi madre desde el Mismo Orhius.

Sonreí tan ampliamente que aquel hombre me miraba con extrañeza. - Veo que la fiesta ha sido muy buena, Kitshia -

- Has regresado, Senescal. Estás aquí...¡volviste de ese viaje! - Le hablé acercandome a él

- Sí, tengo los mapas de las montañas zherveras, he hallado ahí especies que deben ser más antiguas que nosotros y más, unos caminos que lograrian hacer más corto en viaje entre ambos reinos, claro, si logramos volverlos seguros.-

- Estás vivo...Dhaizarius. Al fin te hallé - y diciendole esto corrí y le abracé de manera fuerte, apoyé mi cabeza en su pecho y mis manos sujetaban su ropa con fuerza -

- Pero...Kitshia ¿que sucede?...yo, esto es algo...-

-Calla, no digas nada. Hace tanto tiempo que no recordaba que era estar tan feliz. Estoy en casa, estás tú...pronto vendrán todos. Y aún, ¡ si ! hay tiempo para arreglar todo, para evitar las mentiras y los errores. Dhai, te extrañé tanto. Yo, te quiero. Nunca lo he dicho por orgullo pero bien saben los Dioses Dragones que arrepentirse por lo no dicho no vale, más en un futuro cruel y gris -

Él solo me observó como deduciendo algo, tomó mis manos entre las suyas un momento y luego acarició mi rostro fijando su mirada en mi.

Fuera de la habitación sentí la voz de mi madre -¡Señora del viento! -dije y corrí a su encuentro, muy feliz. Tan feliz que había convertido ese sueño en realidad.

Pero al abrir la puerta la imagen de mi madre de desvaneció ante mi convirtiendose en arena y mi herida volvió a dolor; Estaba en medio del desierto, mi espada clavada a mi lado con su larga cinta roja que el viento mecia a gusto y mi sonrisa que, conforme terminaba de abrir los ojos desaparecia.

La misma armadura negra, mis largos cabellos y en desorden a causa del camino.

Sin embargo nada, nada se comparaba a la crueldad de mis propios recuerdos...al sentimiento de vacio en el cual ahora me hallaba.

Por un momento, un misero momento no hubo guerra y todo podía haberse evitado. Pero la realidad era otra y volví a mover mis pasos hacia la enorme puerta de salida del infierno...

Kitshia de Tharens.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sencillamente impresionante. Había olvidado lo estremecedor de tus relatos (reconozco el error). Algún día espero entenderlos completamente, mientras seguiré soñando con ellos.

Falcor

Anónimo dijo...

es algo genial... eso que narras en tu cuento me ocurre frecuente mente, las sombras parecen partir para darte una bella visiòn que, visiòn al fin, desaparece y te vuelve a atrapar en el dolor...

Bello relato, sigue asì!