miércoles, 9 de octubre de 2019

La muerte.


Qué más da la muerte.
Siempre tendré el
recuerdo de tu sonrisa,
presurosa, cautiva,
terriblemente mía.
Es igual que recordar
aquellas noches en vela,
nuestras almas disolutas,
como el corazón
aferrándose a una mentira.
Esa mentira, tan nuestra,
como el sueño 
de estar un día
como un solo término;
como una sola vida.
Y concluyo, insistiendo,
que la muerte
es igual al olvido
y que yo no poseo tal dicha.
Esa, de morir tan solo por un respiro
o un momento lejos de la agonía
y con ello al fin olvidarte
u olvidarme de la melancolía.

lunes, 7 de octubre de 2019

Ojalá

Ojalá pudiera verte.
Tocar con un leve roce
imperceptible para el tiempo,
tu mirada ausente.
Sigo los mismos pasos,
silenciosos, distantes,
para no incordiar
las horas constantes,
tan reales como la muerte.
Tengo ganas de sentir otra vez
algo más que costumbre,
más sublime que la  abnegada
constancia y querencia,
a la que me entrego
para por fortuna olvidarte.
Pero eres constante
como el pensamiento y el latido,
tan desgarrador,
como la mañana con su hastío
y las noches con sus recuerdos.
Ojalá pudiera tenerte.
Rozarte con la leve sonrisa,
tan perceptible para el aliento 
de una marcha constante 
que mantengo solo para recordarte.