La muerte.
Qué más da la muerte.
Siempre tendré el
recuerdo de tu sonrisa,
presurosa, cautiva,
terriblemente mía.
Es igual que recordar
aquellas noches en vela,
nuestras almas disolutas,
como el corazón
aferrándose a una mentira.
Esa mentira, tan nuestra,
como el sueño
de estar un día
como un solo término;
como una sola vida.
Y concluyo, insistiendo,
que la muerte
es igual al olvido
y que yo no poseo tal dicha.
Esa, de morir tan solo por un respiro
o un momento lejos de la agonía
y con ello al fin olvidarte
u olvidarme de la melancolía.