
No quisiera ser una gata, pero es lo que soy y no hay más; es mi destino, el que he elegido.
Pero no siempre fui una gata, al nacer me negué a mi destino y construí a base de esa negación una vida en las nubes.
Siempre el tiempo se encarga de llevarte al camino, siempre.
Un día, hace algunos meses, llevaba una vida absolutamente "ideal" tendría todo lo que cualquiera pudiera desear pero sucede que de pronto y sin más abres los ojos, ya no es nada de lo que deseabas o lo que te hace sentir tu misma. Ves a las personas que negaste volver a ver, recuerdas cosas que creías enterradas y te das cuenta que aún sigues queriendo a los mismos ojos.
Las gatas se asustan con facilidad, actúan de manera distinta; unas sacan sus garras y atacan para salir huyendo, otras solo corren y suben al tejado más alto y las últimas simplemente se quedan quietas esperando a ver que va a suceder. Yo fui de las últimas, me quedé esperando a ver que sucedía, quizás no sería tan terríble como sabía que sería y, al final, como buena gata negra atraje la mala suerte. No solo estaría sola sino que debería quedarme por mucho tiempo sobre un tejado ya que, una de esas personas que creía olvidada, vino con un mensaje fatídico y doloroso; los ojos que yo amaba a mí nunca me habían querido y yo que confío en lo que ella me díce como una verdad até a mi cuello una cinta roja y antes de encaminarme a mi destino lloré; lo hice como la persona que nunca volvería a ser...
Desde entonces me quedé sobre un tejado dónde podía ver la luna y cuando llovía podía sentirla en mi piel, mover mi cola, hacer de la noche mi territorio y bajar sólo cuando algo me interesara lo suficiente. Todas esas cosas hacía mi piel deseable y brillante cual estrella, mis maullidos ansiados y mi boca conquistada por el más fuerte...
Admirada y odiada, no puedo entender la estupidez de todos ellos. Querer ser lo que yo soy implica soledad, habla del corazón muerto y el deber de cumplir con las reglas de jamás bajar del tejado cuando el sol brille.
Las palabras de amor o cariño sentidas son un arma de doble filo, si las dices se vuelven en contra tuya...si las sientes, terminan matándote por completo al darte cuenta que todo lo sientes sola...
Eso es ser una gata, es más que enrroscar la cola o dar muestras de cariño...
Ser gata es la vestimenta que usa la soledad.
A mi me gusta ser lo que soy, es en parte algo de la felicidad que puedo obtener y quiero tener; no deseo nada más...todo lo que yo deseaba murió hace algunos años y aún la extrañeza que siento es más fuerte con el pasar del tiempo. Pareciera, a veces, que fue solo ayer cuando aún estaba viva y yo creía que esos ojos me amaban, que jamás despues de encontrarlos tendría que ser una gata otra vez.
K de T

