lunes, 10 de septiembre de 2007

Extranjeros.


Los veo caminar y vivir, destruir y aniquilar. Olvidar los sentimientos con la firme creencia que son aquellos los que los hace más débiles.

Corren no reconociendo su entorno ni admirando la belleza de lo que esta tierra les ha regalado, conforme avanzan en su vida terminan por detestar su existencia en este mundo.

La sabiduría es olvidada; ancianos y niños son el paso inútil en la sociedad, el estorbo que pronto debe acabar o crecer.

Entre ellos, en el tumulto de gente que va y viene olvidándose de si misma, estoy yo y algunos como yo.

Ni de unos ni de otros, buscando respuestas en una tierra árida de conocimiento y valores. Extrañando nuestro hogar el cuál perdimos, extranjeros en la tierra maldita de la ignorancia y el poder.

A veces, me siento a observar. Otras tantas me rio, pero más de alguna vez siento pena por ellos.

He podido sentir lo frágil del cesped bajo mis pies desnudos, ser capaz de sentir la tibieza del sol y el murmullo de los árboles; La paz está entre ellos, pero ignorantes, la cambian por el asfalto frio y su propia decadencia. He observado detenidamente su proceder, tienen miedo, la mayor parte del tiempo sufren por eso.

Quizás es aquello lo que los hace merecedores de esta tierra; el dolor del que son capaces de sentir y al cuál temen en demasia.

Porque pocos reconocen la importancia del miedo, de enfrentar al demonio hostil que se esconde en cada rincón oscuro de las calles mal olientes de esta ciudad; del miedo nace el valor.

Pero los héroes son personajes extintos de épocas remotas, recordados en algún libro que se ha vendido por papel para reciclaje...

Y continúan de esa manera.

Hay días en que no tengo idea hacia dónde ir. Generalmente los días sábados escapo a algún rincón verde de los pocos que quedan en esta terrible cuidad y quito mis zapatos para caminar algunas horas sintiendo algo de nostalgia por mi amada tierra.

El enemigo come, duerme y vive entre ellos, los consume a poco. Su suerte está echada.

Algunos de los mios luchan incanzablemente contra ese terrible enemigo cada día más fuerte, yo solo espero que su lucha no sea inútil.

A pesar de ser extranjeros, nos relacionamos con ellos. Entornos cercanos, amigos, conocidos...

Y eso de alguna manera nos ha hecho pensar en las raíces, que, apesar de yo misma tener fuertes razones para ellos, no consiguen que me sienta parte de este tan patético lugar.

No soy ni pertenezco, es un castigo para mi. No hay día en el que desee pase el tiempo pronto y termine mi ciclo aquí. Alguien me dijo un día que los milagros no existen y que las cosas solo se consiguen siendo consecuentes por lo que más deseas; y me pregunto, si tantas veces he deseado volver a mi hogar y he luchado incanzablemete por ello ¿por qué no ha sucedido?

Creo que esa persona tampoco sería capaz de responder a semejante incognita.

Vuelvo a estar en algun sitio del centro de la cuidad, observando como se autodestruyen y mientras tomo de mi bebida cierro los ojos pensando en mi próximo paseo en el cesped del parque Bustamante, caminando en circulos e imaginando que ya no soy una extrajera entre los hombres y el enemigo, sino, que estoy en casa.



K de T.

2 comentarios:

Ciel dijo...

Mi querida amiga, me da que esto es una descripción del hoy... ¿Adónde quedaron los lugares verdes y hermosos? Ten cuidado de no pisar cierta cosa en el césped, porque entonces no podrás ponerte el zapato.
Yo tengo la desgracia de vivir en una ciudad la mar de asfaltada, con monte seco y poca arboleda. Adoro los parajes de Galicia, que son los más verdes de toda España, lamentablemente todos se han compinchado para quemarlo todo y recalificar el terreo para construir edificios feos y muy caros. EL único trocito de campo que me queda es mi pequeña finca, que pienso transformar en un paraiso verde cuando ya la posea íntegramente y tenga dinero para todo eso -aún son depositarios mis padres y yo aún no logré ahorrar más de quinientos euros, poca cosa, es como el precio de una simple silla de... ¡madera!

PD: Todo lo que has dicho en este post lo comparto contigo.

Anónimo dijo...

Mi muy estimada dama... es cierto que la nostalgia de la vida y el color en un mundo gris de la ciudad puede hacer mucho, pero recuerda que el ser extranjeros tambien nos perimte dar valor a lo que dejamos lejos... yo vivo fuera de mi casa, de mi familia, pero siento aprecio por ellos ahora que estan lejos, y se nota al visitarlos.
Es un buen escrito, me ha puesto a pensar, disfruta cada dia, en el mundo gris de la ciudad, una sencilla flor puede dar tanta dicha como un frondoso bosque.