
La catedral de Jerhis es o era una de las grandes obras de la época de Dragones. Sus altas paredes y forma alargada era lugar de peregrinaje dónde hombres de todos los sitios podian observar las obras de luz hechas en espejuelos, los cuales lograban asimilar las formas de los dioses de antaño, tambien, era el lugar de resguardo para todos los libros escritos desde los primeros días de los reinos, desde el corte de la primera piedra del castillo blanco hasta los días en que el fuego lo consumió todo. Es imposible no verme cuando niña corriendo entre sus pilares intentando huir de Canehs, el viejo encargado de la casa de mi madre.
Eran días felices, sin duda.
Ahora, mientras camino entre sus ruinas, no puedo evitar la tristeza. La nubes son oscuras y el agua comienza a caer, la noche, tan parecida a los días en Orhius, llega hasta mi. Mientras busco un lugar para el refugio puedo decir a pesar de no haber estado ahí, de cómo la catedral más hermosa de Akrhos sucumbió ante el fuego.
- Las puertas siempre fueron de un hermoso material tallado en lirce, el árbol de flores rojas que solo crece en el bosque de ergoneth, pero su contextura era frágil. Cuando el pueblo se enfrentó al primer ataque, debió creer que aquí, en este lugar santo, hallaría refugio.
El fuego empezó en la parte posterior, propagándose rápidamente por las paredes que hacian a la vez de estanteria. Los libros comenzaron a quemarse, el humo llenó la estancia, los hombres desesperados por salir comenzaron a romper los cristales, algunos cayeron por las estampida, otros rogaban a los dioses...
La cúpula era de madera y cristal, fue lo primero en caer sobre sus víctimas...es como si hubiese estado aquí, pero, no estuve -
La caida del mismo, entre piedras y roca, había formado un estrecho espacio en el cual se podía estar sentado y además, por fortuna, encender una pequeña fogata.
El crepitar de los pocos leños conseguidos en el camino junto a la lluvia creaban la principal melodia de todo Akrhos, de la noche y el silencio, mezclado con la vida intentando abrirse paso y el golpe del viento en los aun presentes pedazos de cristal, el retazo, del orgullo de un pueblo.
Quizás era en ese minuto la mejor opción cerrar los ojos y volver a las carreras desde el mercado hasta la catedral, esconderse tras los enormes pilares, reir detrás del viejo gruñón y escapar nuevamente hasta el bosque más hermoso de Ethirion, subir a mi árbol favorito y llenar de sus flores mi largo cabello ondulado, volver solo por unos instantes, a ser la pequeña Dama del imponente Reino de Luz.
(Continuará...)
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