Recuerdo, sí, como te mecías
Los pasos en la madera resonante de aquel nido
Que hacía temblar al sentimiento
Eras la cosa única en el mundo
Que vertía sobre mí el rocío
Cultivo rosas; nunca te lo dije.
Tengo poco a que aferrarme, sí
A veces, a la tierra,
Otras tantas, a mi lucidez.
Sin embargo no pasa el recuerdo de tus ojos
Nunca te lo dije:
Era importante tu silencio cuando aún me amabas
Hoy por hoy, solo gritas cosas sin sentido
Huir no es malo, es conservase fijo al piso.
Pero no puedo mentirte; has olvidado el cielo
Y tus ojos solo son un color de múltiples facetas
Que jamás dirán la verdad.
Nunca te lo dije y es premura hacerlo:
Hace un tiempo decidí olvidarte
Y ahora eres parte solo del frágil recuerdo
El silencio eterno pide justicia a Gritos. El perdón no se vende ni la Voluntad es para olvidarla. "La lealtad, con amor. El valor, con honor. La deslealtad, con venganza"
viernes, 23 de enero de 2009
martes, 20 de enero de 2009
Cihr

Había una historia que hablaba sobre una colina en un bosque perdido, de un cielo gris y sobre una lluvia calida; esa historia también decía que triste destino hallaba aquel que se acercara dónde aquellos cielos tristes reinaban.
Pero toda historia también habla de las cosas hermosas que están más allá del miedo y de los valientes que se enfrentan a ellos por curiosidad y por qué no, por amor...
El joven había oído la historia en sus tierras cada noche, cuando los más viejos se reunían a charlar cerca del hogar.La historia hablaba de la hermosa flor que se hallaba cerca del almendral en la colina de Cihr y como no había dejado de llover desde el día que fue sembrada.
Días aciagos y muchos años habían pasado, porque la historia también relataba que una hermosa dama por amor había pedido a los Dioses le ocultaran de aquel que había traicionado a su propio corazón. Y los viejos hombres hablaban de esperanza y que esa historia que ya era una leyenda, traería a su tierra otra vez el sol y levantaría las piedras rotas del castillo que nunca más tuvo una Reina a la cual honrar. Y ese joven que año tras año oía de la esperanza que se sustentaba en una sola y simple flor, decidió un día partir en busca de aquella leyenda
Cuando se acercó a la colina observó que todo cuanto se decía de ella era cierto. Sus ojos negros, tan negros como la noche sintieron el latir del corazón tan fuerte, tan profundo como si otras tantas veces ya hubieran visto esa imagen que solo marcaba el alma de una profunda tristeza. Seguro de sus intenciones, avanzó, a pesar de que en su mente aún resonaban las advertencias sobre aquellos que se habían aventurado y no habían regresado. La colina aún estaba lejos a pesar que podía verse el enorme árbol a cualquier distancia y el viento arremetía una vez se había puesto pie en el camino.
Las espinas habían tomado sitio en todas las extensiones visibles, rompiendo y rasgando las ropas del joven hombre el cuál sentía cada vez un dolor mas profundo por las heridas causadas. Pero no eran las heridas y la sangre por las espinas que parecían intentar atraparle y no dejarle avanzar más, sino, la suave y delicada lluvia que ya caía sobre él mientras se acercaba más y más.Gotas tibias, suaves, cálidas que penetraban la piel; Gotas que caían por sus mejillas como un profundo llanto que jamás acababa, una tristeza que parecía transmitir el cielo cuando las gotas caían en las enredadas espinas y tocaban el suelo.
Un llanto tan limpio y puro que entristeció de tan manera al joven, que éste, cayó de rodillas suplicando aplacara el dolor del cielo, no comprendiendo cómo puede ser tan eterna una pena o tan larga una agonía por un amor.Cuando su mirada parecía perdida inevitablemente en las espinas la lluvia dejó de caer, y una suave brisa recorrió cada parte de su piel como una caricia engalanada de deseo y esperanza. Cerró sus ojos y se llenó de esa sensación jamás antes vivida por él, la fuerza regresó a sus piernas apoyándose aún contra las espinas que lastimaban sus manos y abrió los ojos; pero más que eso fueron sus sentidos al tiempo, al alma, a la vida misma y enaltecido por su valor las rosas rindieron pleitesía al valiente joven de ojos negros que afianzó sus pasos hacia la colina. Pero antes, mucho antes o después puedo ver al almendral: Una imagen invadió su mente “tersos trazos de rosas rojas, suaves líneas de una mágica figura por ahí y por allá, en los sueños y en la realidad. El comienzo y el fin de su vida en perfección de su caminar y sus largos cabellos negros al viento”
El mundo se detuvo y sus pensamientos con él, solo los sentidos y el almendral; avanzó más y más para poder tocar una sola vez, para oír de por vida y morir en ese perfecto instante; y del efecto nació la melodía de los labios del almendral, de la imagen vestida de rojo y se conjugó en sus oídos como un réquiem de dulce locura:
De tus ojos luz divina
Yo he perdido la vida
En tu vuelo de grandes hazañas egoístas
Quedó mi espíritu quemándose de heridas
¿Dónde has ido?
¿Por qué me has olvidado?
Corazón hecho de piedra
Corazón rojo de espinas vertidas
El amor, el amor…
¿Qué es el amor?
Y los dioses me han dado olvido
Y los dioses me han escuchado
De tus ojos, luz perdida
¿Dónde has ido?
¿Por qué me has abandonado?
Sus piernas temblaban, el aire se acababa. Los profundos ojos negros como la noche revelaban desconcierto por un alma enclaustrada y perdida, añorante de susurros y perdón - ¿Quién eres? - repitió una vez más – Alma – recibió como respuesta…
Y el almendral era hermoso, grande, firme con una luz tenue protegiendo su copa y a sus faldas un brillo que tocaba cada rincón del pensamiento, entrando en recuerdos desconocidos, en culpas sentidas, en una vida sin vida.
Y por el aire una ráfaga de viento le remeció desde los cimientos y el las hojas de almendral parecían temer y llorar, llorar y suplicar, suplicar y celebrar.En medio de las grises nubes las alas oscuras de algo majestuoso nunca antes visto, algo olvidado por aquellos que ahora vivían en la tierra vigilaba y protegía aquel sitio. En la mente del joven no se conjugo aquello porque en ninguna historia o leyenda se contaba sobre esas alas que parecían romper el cielo. Unos pasos ligeros rompían las espinas, una suave melodía de destrucción bajo los pies de la más bella criatura que él había visto avanzaba con la mirada fija al cielo con un camino de lágrimas marcado en el rostro.
“Es ella, es ella, aquella con la que he soñado. La luz que mis mas profundos pensamientos han predicho, ella, a la que jamás volvimos a ver, la vida, la esperanza ¡es verdad!” Y mientras todo y a la vez nada se agolpaba en su pecho trató de avanzar con la sonrisa abierta al mundo, la ilusión presente, la música que solo nace del hombre cuando ama, cuanto siente deseos de vida.
Pero algo le sujetaba, miró sus pies y vio las raíces que almendral reteniéndole, como si tratara de una forma desesperada evitar algo que no estaba a su alcance manipular. Algo rompió el cielo. Un grito, una bestia que parecía herida. Una majestuosidad a punto de caer, a sus ojos se presentó, el Dragón negro que se precipitaba como una roca de llama ardiente de muerte, con el corazón expuesto, quebrando sus alas al tocar tierra.
Cuando todo pasó el silencio reinó, el viento suave en medio de las hojas del almendral mecía a la vez en cabello negro de aquella vestida de rojo flor acercándose al Dios de los cielos que con sus garras intentaba moverse, aferrándose a la tierra y a la vida, intentando estar cerca de ella, de ella, una vez más. Ella se detuvo, él no pudo moverse más y mientras sus alas se agitaban una nueva melodía se oía desde el almendral, una diferente a la primera, esta parecía no ser arrancada de los labios, sino, del alma:
Imposible es unir mi silencio con tu espina
Amada mía, amada mía…
¿Sabes cuanto te he buscado?
En mundos distantes he luchado
En Batallas sangrientas he vencido
En noches terribles de angustia
El recuerdo de tus ojos me ha salvado
Y la promesa de verte un día el motivo
Para vencer al enemigo que ha asechado
Corazón rojo, corazón dueño de mi destino
¿Por qué te escondes?Sin alas
Sin vida
Muerto para el mundo
Dejado a las replicas del destino
Sin corazón
Castigado por Dios Sin ojos, sin aroma
¿Dónde has estado mi amor?
Jamás te he olvidado
Bastante he pagado preso de su ausencia
¡Mil veces he Rogado por la muerte!
Pero ésta, digna, sólo me deja Solo…
El joven hombre sentía tristeza, una profunda como si de alguna forma toda fuerza y existencia del mundo hubiese nacido de aquel amor profesado entre dos seres desiguales y a la vez únicos. Ellos intentaron tocarse y una profunda niebla comenzó a cubrirlo todo, ellos no pudieron tocarse y la niebla llegó a ellos desapareciendo sus figuras y en su lugar apareció una hermosa rosa roja y la lluvia comenzó a caer.
Y el almendral liberó al joven y le mostró el camino por entre las espinas, pero él se acercó hasta la rosa, él quería tocarla, él sentía y no comprendía ¿Quién era él, quién era ella? - ¿Quién soy? – se preguntó sin respuesta.Se arrodillo ante ella, la flor, la Rosa de espinas que esperaba a ser hallada, la Rosa roja de lágrimas, la reina olvidada de un castillo sin vida, como la esperanza del condenado extendiendo sus manos para llevarla consigo. Pero al momento de tocarla, algo le detuvo y sintió la lluvia rozand, susurrando a su oído palabras inexistentes de que aquello estaba prohibido, de aquel amor solo pertenecía a aquellos que se habían condenado por él.
Y un roce tocó su mejilla, una vez más.
Y el joven comprendió quién era y lloró. Se levantó entonces de su sitio y caminó de regreso a través del camino señalado logrando salir con vida de aquella colina llamada del Cihr. Y mientras regresaba pensó en relatar que el amor existía y era posible, que el amor iba más allá de la muerte y que podía reencarnar su dolor en otros siendo historia, que el amor solo podía ser amor si dos, así, seguían siendo fieles a sus sentimientos, que un amor así podía inspirar a otros y convertirlos en hijos de la esperanza en que un día volverían a ver a su amada Reina y al valiente Dragón volando libre sobre el cielo oscuro y limpio de la tierra que aún les extrañaba y necesitaba.
miércoles, 14 de enero de 2009
Carta
Estas cosas son las que suceden cuando estás y es posible notarlo en los ojos, por ti, a veces, los ojos brillan. Tu hermosura es el amor que no pensé tener en esta vida y ¡Oh, yo! Soy minutos más robados a la soledad.
Y por las noches camino, sí, para liberar el calor del cuerpo y el deseo del alma, y el viento silba (por ti) y las estrellas relucen (gracias a ti) y la luna es magnifica para ayudarme a ver lo que solo se percibe al sentido.
Si la luz tenue que cubre parte de mi cuando descansada estoy sobre mi lecho pudiera hablar, diría que los largos cabellos negros dispersos por doquier, los labios entreabiertos a media sonrisa engalanados de rosa suave, los ojos pequeños y vivaces que miran fijo un punto en el cielo, la cintura indomable y las piernas largas que quisieran guiar los pasos al mundo de los sueños donde tú estás, si entonces tras ver todo aquello realmente la luz pudiera hablar, diría que danzo esperando con locura rompas la paz de aquellos momentos entre el sueño y la realidad.
Si tú te fueras…
¿Cómo sabría de la belleza de las calles, del cielo y las estrellas? Sabría solo de las nubes, del silencio, del cansado ser sin sentido que solo cierra los ojos para dormir, esperanzado, de hallar locura en los sueños. Si no existieras, sería lo mismo que nada, un día atrás u otro, involuntario; igual a todo sin nada que hablara sobre esta posibilidad infinita de estar enamorada, de estar ilusionada, de tener la íntima sensación del placer que tiene la fe.
Eres tú ¿no lo sabías? Quién dio sentido a las palabras, perversión, por las noches largas. Tú, la versión imperfecta del amor.
Tú, la carta de amor escrita y tragada para no olvidarla.
Tú, tú, siempre Tú.
Y por las noches camino, sí, para liberar el calor del cuerpo y el deseo del alma, y el viento silba (por ti) y las estrellas relucen (gracias a ti) y la luna es magnifica para ayudarme a ver lo que solo se percibe al sentido.
Si la luz tenue que cubre parte de mi cuando descansada estoy sobre mi lecho pudiera hablar, diría que los largos cabellos negros dispersos por doquier, los labios entreabiertos a media sonrisa engalanados de rosa suave, los ojos pequeños y vivaces que miran fijo un punto en el cielo, la cintura indomable y las piernas largas que quisieran guiar los pasos al mundo de los sueños donde tú estás, si entonces tras ver todo aquello realmente la luz pudiera hablar, diría que danzo esperando con locura rompas la paz de aquellos momentos entre el sueño y la realidad.
Si tú te fueras…
¿Cómo sabría de la belleza de las calles, del cielo y las estrellas? Sabría solo de las nubes, del silencio, del cansado ser sin sentido que solo cierra los ojos para dormir, esperanzado, de hallar locura en los sueños. Si no existieras, sería lo mismo que nada, un día atrás u otro, involuntario; igual a todo sin nada que hablara sobre esta posibilidad infinita de estar enamorada, de estar ilusionada, de tener la íntima sensación del placer que tiene la fe.
Eres tú ¿no lo sabías? Quién dio sentido a las palabras, perversión, por las noches largas. Tú, la versión imperfecta del amor.
Tú, la carta de amor escrita y tragada para no olvidarla.
Tú, tú, siempre Tú.
miércoles, 7 de enero de 2009
Tocando a tu puerta
Anhelante, ahogada, fingidamente correcta avanzó en medio de la noche hasta donde él vivía. La noche daba el matís perfecto a un sentimiento que permanecia varado en el silencio y en la locura.
Se detuvo frente a su puerta e imagino el día, la gente que iba y venia en sus infinitos mundos y comenzó a moverse de un lado a otro deteniendo el impulso primitivo de usar la fuerza de sus manos para batallar con aquello que le separaba de quién amaba. El deseo se congeló en medio del frio momento y las palabras brotaron explosivas para salvar a alma del congelamiento
-¡Oh, si pudieras ver mis ojos ahora! si tú, ¡tú! que divides mi alma en dos tansolo al sonreir, a quién admiro en silencio y a quien dedico largas noches de desconsuelo soñando, pidiendo...buscando valor para... -
Pasos firmes la llevaron hasta la puerta, pero un giro inesperado dejó escapar al miedo
- Es a ti ¿no lo sabes? a quién canto... a quién amo. Tú me sostuviste, sí ¿lo recuerdas? cuando mi corazón perdido estaba, tomaste de mi mano antes que mi vida fuera sepultada en el precipicio de la indiferencia. Y vi tus ojos ¡oh, cuanta dulce agonia me has creado! porque desde aquel día no me pertenezco y sigo tus pasos en silencio. Si pudiera, si puediera... darte flores ¡si! darte poesía, amor, pasión ¡Porque nadie te ama como yo!. Yo, que lo guardo en silencio, yo que miro una y otra vez mis manos buscando alcanzar el cielo con ellas, o si fuerse posible, dartelas para que siempre contaras con ellas.
¿Quieres saber entonces que siento? Locura, si ¡Mírame por tu ventana!, aun tiemblo mientras camino de un lado a otro como un animal salvaje que ha sido liberado y no sabe actuar con sus deseos y lo que siente, requiriendo intensamente volver a la jaula porque sabe que, aun asi, podrá gozar y disfrutar con que al menos una vez al dia te detengas ante los barrotes y regales una mesurada sonrisa.
Ven conmigo, te doy el mundo; sal de ese sitio que te aleja de mi ¡oh grandes cosas que manejan el mundo! que algo pase y el sonido de alguna campana perdida te arranque de ese lugar sombrio, que alumbras solo con esa mente tan privilegiada y ese corazón por el cual deliro.
¿Lo ves? es una locura, me condeno y no importa ¿ves? dame solo un murmullo, una cercanía y seré tuya ¡lo juro! día y noche, noche y día viviendo de la hermosura del momento, sabiendo que jamás volveremos a sentir asi y que prometo que las estrellas siempre brillaran para ti.
En mis piernas siento frio y el cuerpo ya no se soporta asi mismo...pero quizas notes en mis palabras un calor que todo lo quema y cubre, que todo lo abarca hasta un infinito que ni el mismo Dios conoce...
oH, Dolor mio...si tan solo estuvieras aquí...si tan solo supieras mi nombre... -
Su mano toco la puerta de madera, golpeandola debilmente extasiada por la emoción. Una luz se acercó a la puerta, el hombre que salía a ver a quien llamaba no vió a nadie solo notó que la nieve no cubria la salida de su casa.
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