En medio de las tantas cosas oscuras que da la vida,
la luz que emites al mover los labios
ocasiona el caos de la desesperanza.
Eres como aquello que no se olvida,
un murmullo constante en el tiempo,
la brisa que azota la sonrisa e impulsa la templanza.
Es, amor mío, adoración y añoranza,
la melancolía rozando el imposible pues tu presencia,
inevitable y constante, invade cual primavera.
Me es imposible mentir,
¿acaso engaña el cielo?
No, el maravillo temblor del firmamento
encara la provocación de tus ojos,
y siento, siento, siento...
Imploro, agonizo. Me rindo a lo apacible de tus dedos,
pregonando la locura y el amor,
la magnífica emoción que implica
un roce, el siempre roce de tu encanto.
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