miércoles, 4 de abril de 2007

Arcangel

Acostumbraba a ver todo desde las alturas. El temor natural de los hombres por los cielos lo había comprendido hace mucho y ella misma había de alguna forma – caído - a la tierra.
- He sido fiel, y sin embargo perturbada me siento – eran sus palabras, aquellas que al oído del hombre era gritos desesperados en algún callejón. Su amor siempre fue perfecto como ella, que tantas veces amo a los hijos que comenzó a odiar a los hermanos y por eso bajó del cielo.
Había pasado tanto tiempo en busca de la forma simple de demostrar su amor que siglos le secundaron, gustaba observar la risa de los niños pero sus alas negras que arrastraba desde entonces comenzaban a pesar
-Justicia, amor...¿cómo?- y decía esto mirando la espada en su derecha, sintiendo intensamente el amor a la izquierda. Pero no era aquello lo que le emocionaba, no, sino lo que estaba frente a ella, dentro de ella...en su corazón; ese llamado “sentimiento” por los hombres que le había convertido en lo que ahora era, un ser de mirada dulce y triste.
Un día, en que la Luna ya era roja, en que los días pasaban con la cuenta de los dedos se encontró con una niña de largos cabellos oscuros, sentada en un lugar solitario con una enorme sonrisa en su rostro que hacía que ella se sorprendiera profundamente – porque ella podía saber todo sobre cada uno de nuestros corazones -. Cuando ella se sentó a su vera, la niña le dijo - ¿qué haces? – y ella respondió – Busco que hacer para demostrar mi amor – y la niña, que aún seguía sonriendo le respondió – yo tengo un sueño, aunque no lo deseo. Quisiera ver la luz...pero es que se es tan feliz en la oscuridad. En lo que nos hemos convertido, en lo que es el hombre ahora, en lo que he oído me ha hecho pensar en que Dios me ha regalado la felicidad al dejarme sin visión – y ella que había visto al ser más feliz ante sus ojos encontró al fin su modo de demostrar su amor.
Mientras los edificios caían y el sol había muerto, cuando el fuego lo consumía todo, ella que había sido un ángel de Luz entonaba su espada convertida en una hermosa flauta con la cual transformaba los gritos desesperados en melodías dulces – el mundo sobre el mundo, el amor por amor...en el centro mi cuerpo esta la devoción por ti, Padre, llevando a tus hijos a lo que desean tan intensamente...-
Caminó entonces con el cuerpo inerte de la niña entre sus brazos, aun sonreía mientras ella quitaba uno de sus cabellos que cubría su pálido reflejo.
El mundo sobre el Mundo, sumergido en su realidad, alejado del Padre y de sus ancestros...dónde las lágrimas de sus amados hijos no bastaban para apagar el fuego, en dónde ya no quedaba nada, caminaba aquella que se había llamado así misma Arcángel...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bella historia, el ángel, ese ser que está debatiéndose entre la espada y el corazón; con su duda.... y al final, al descubrirlo todo... realmente es un arcángel

Anónimo dijo...

Alguien estuvo aquí buscando respuestas.