Existe un terrible acantilado en el cuento que es mi existencia.
Dos extremos que son imposibles de unir, por más que lo he querido e intentado...siguen siendo como el cielo y la tierra.
En medio de ese acantilado estoy parada, dispuse mis alas extendidas a volar al cielo, lo recuerdo tan bien...y es que el cielo es hermoso, lleno de paz y el amor que siempre he esperado sentir.
Cuando avanzaba la voz de mi hermana me detuvo y me hizo mirar al otro extremo; la tierra.
Y vi entonces guerra, dolor, angustía, necesidad y obligación a ser yo misma. Quise darme vuelta, llenarme de esa hermosura que es el cielo, pero fue imposible pues ya llevaba mi acostumbrada armadura negra y cinto de color rojo, mi alma estaba dispuesta y presta a encontrarse con su destino.
Sin embargo las lágrimas humedecian mi larga cabellera negra, algunas otras el viento las llevó al cielo y éste, como triste y a la vez enfurecido, llenaba una cólera de tormentas tras de mi y entonces supe que el cielo sufria, sufria por que ya habia decidido hacia donde ir.
Mis hermanos... a los que tanto amo y que viven en la tierra.
El cielo, que tanto me espera y necesita...
Es importante tomar desiciones, aunque últimamente parece no ser una opción y dejar que las cosas sigan su curso...aunque al final ambos extremos tengan una parte de mi y el alma de Kitshia de Tharens termine en lo profundo de ese acantilado.
Kit.
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