
El día de ayer, pasé una hermosas cuatro horas en compañia del señor Z. Cuando hablábamos por teléfono pasó algo muy extraño y se lo hice saber; hablaba más que nunca (o como nunca) con el señor Z. Es algo confuso de explicar, pero cuando sabes que has vivido ya varias veces la misma exsistencia con los mismos recuerdos sabes de que hablo...
Bien, el punto es que al oírlo me quedé en silencio, pues su voz era cálida y lograba calmar cualquier angustia que mi corazón pudiera tener..¡ah! es que él me conoce tan bien como nadie. Sabe exactamente cuando he soñado algo terrible, cuando estoy preocupada o simplemente cansada y ayer si que lo estaba. Él apareció cuando necesitaba esa llamada que escondia un fuerte abrazo, me dijo, que había leído todo mi blog; Yo me sorprendí, pensé que no estaba atento a las cosas que me sucedían pero me equivoqué, sus palabras fueron un espejo de lo que antes era, cuando aún era una rosa sin espinas. Él en ese minuto era la luz en medio de la oscuridad, porque yo no olvido que me he radicado en el infierno.
Y entonces cada una de sus palabras fue el aliento, el recuerdo, el presente...un futuro...
Quiso acercarse más a mi, aún sabiendo que estaba yo en el infierno y que era una Rosa con muchas espinas...Pero el Lobo es un terco, y avanzó y avanzó, sangraba por las heridas que le producían mis espinas y no dejaba de mirarme, no me dejaba y mientras seguía sufriendo esas heridas me preguntaba por qué estabamos lejos; más de mi no emanaba respuesta alguna y seguia preguntando cosas, como por ejemplo el por qué al León le gustaba sufrir tanto y seguía haciendo lo mismo de antes, no admitiendo las cosas que eran evidentes; ¡ah! la suerte del León...la suerte del León; decía mientras avanzaba ya casi llegando a mi.
Se puede morir si se intenta llegar a mis cofres en el infierno... y a él no le importó.
¿Qué deseas? - Preguntó al llegar a mi; y no pude hablar ni decir nada. Al otro lado del teléfono sentía su presencia tan fuerte, como en antaño...y algunas cosas ya no importaron, ya no. Solo importaba que estaba ahí, y era como un sueño, pero estaba herido, sangraba y ya no quise sentir más y él lo supo; más volvió a ser el mismo hombre que tanto he admirado a pesar de todos los errores que pudo haber cometido y abrió sus brazos para recibirme, en silencio...sin preguntar más.
Así me quedé horas, soñando...
Caminé por la cuidad sonriendo; llegué a casa y me dormí; hoy desperte y abrí mis pétalos para recibir el rocío de la mañana; hay que continuar.
Kitshia de Tharens
1 comentario:
¿Suerte?
Suerte seria si no estubiese muerto y solo.
Suerte la vuestra, querida Rosa, que tienes al Lobo como tu fiel y eterno compañero...
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